
la crítica dice:
DESDE MI BUTACA (XLVI) por Charo G. Palmero ( @charogp68 )
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En ocasiones, los frecuentes encuentros en las situaciones más dispares hacen que vayas apreciando a una persona. En otras, la privilegiada posición de espectadora recurrente te aboca a admirar cada vez más a un o a una artista. Si ambas situaciones confluyen, admirar a quien aprecias transforma tu mirada y tu escucha, y esa butaca, ayer metafórica, se transforma en un poderoso vehículo de comunicación.
Javier Arozena transitó desde su cuerpo durante casi dos horas, apropiándose del Mercado Municipal, de sus silenciosos puestos cerrados y del sonido natural del vaivén de las personas. Con su mirada, atravesaba a quienes se la mantenían y con sus movimientos creaba un espacio seguro. Su cuerpo, distorsionado por el vestuario, es tan potente que cada músculo era visible a través de las capas de ropa, y cada postura o gesto se transformaba en un cuadro dispuesto a ser parte de un lienzo monumental: Transformó el mercado en una atípica pinacoteca, y a quienes estábamos presentes, en hipnotizados cómplices.
Fluyendo, parando, obligando a reflexionar y a permanecer presentes en su mirada, usando su cuerpo como un recipiente energético, un arma de construcción, de reconciliación, de auténtica declaración amorosa.







